Capítulo 63
Las palabras de Alejandro hicieron que el rostro de Daniel cambiara de color. De repente, agarró la taza sobre la mesa y la lanzó con fuerza hacia Alejandro.
Alejandro se inclinó ligeramente hacia un lado y la esquivó.
¡Paf!
La excelente taza de cerámica se estrelló contra el suelo y se hizo añicos.
—¡Maldito bastardo, quieres morir!
Los ojos de Daniel se abrieron de par en par, llenos de una furia intensa, como un león enfurecido.
Los dos hombres altos y vestidos de negro detrás de él metieron la mano en sus chaquetas y sacaron sus pistolas, mostrando una actitud amenazante y asesina.
Frente a los cañones negros de las pistolas, Alejandro no mostró ningún cambio en su expresión.
—Daniel, ¿qué estás haciendo? —Carmen frunció el ceño.
—¿Qué qué estoy haciendo? ¡Este sinvergüenza maldijo a mi hija diciendo que va a morir! —La mirada de Daniel era tan aguda como una espada.
Solo tenía una hija adorada, que era su línea roja, y no permitiría que nadie la cruzara.
—Bajen las armas y escu
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