Capítulo 53

Alejandro lanzó una mirada a Eduardo y se marchó. Eduardo, sintiéndose humillado, apretó el puño y murmuró: —Menos mal que te fuiste rápido, de lo contrario, te habría golpeado. —No seas tan arrogante, todos los presentes son figuras destacadas de la ciudad A —comentó alguien más. Óscar miró a Eduardo con desdén. A medida que transcurría la tarde, más y más invitados arribaban hasta que el gran salón se colmaba. Todos ellos eran influyentes de la ciudad A, principalmente presidentes de empresas y líderes de asociaciones. Ante esta imponente escena, Ana se llenó de un profundo sentido de logro. —Observa, todos los poderosos de la ciudad A, reunidos en la fábrica de nuestra casa, celebrando a mi hija . Ana reflexionaba con satisfacción: —De ahora en adelante, nuestra familia Fernández también forma parte de la élite de la ciudad A. —Mamá, no digas tonterías —replicó María, sonrojándose, pues sabía que los invitados habían acudido por la familia López. —¿Qué tonterías digo? Este es el lu