Capítulo 18
Y en ese momento, ¡finalmente iba a conseguir lo que deseaba!
Una belleza deslumbrante como ella valdría la pena, incluso si morir fuera el precio a pagar por hacer el amor.
Entonces, Ricardo se quedó inmóvil, de pie y en silencio, con los ojos bien abiertos, preparado para deleitarse con las seducciones de Carmen.
Carmen ya empezaba a sentir que algo no iba bien, como si hubiera caído en un volcán, sintiendo en su cuerpo a millones de hormigas trepando...
Su conciencia, su razón, parecía estar siendo devorada poco a poco por esos millones de hormigas, y estaba a punto de perder el conocimiento.
Incluso su comportamiento se volvía involuntariamente indulgente.
—Señorita Carmen...
Al ver a Carmen en tal estado, Marta en el suelo estaba desolada.
—Jajaja...
Ricardo soltó una carcajada, como un aficionado al teatro disfrutando de una actuación magnífica de un actor de renombre, estallando de vez en cuando en aplausos.
Un grupo de hombres vestidos de negro a su lado también estiraban el cu
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