Capítulo 146
Alejandro parecía una apisonadora, arrasando todo a su paso; cualquier obstáculo que se encontraba ante él era pulverizado hasta quedar en polvo.
Tan implacable era, que los asesinos contratados por la familia Flores, al final, optaban por fingirse muertos o huían en desbandada, sin atreverse a enfrentarse a Alejandro.
A los ojos de todos, este hombre tenía el poder de un monstruo.
Alejandro avanzó sin impedimentos hasta la puerta del patio donde se celebraba el banquete, irrumpiendo con una presencia imponente y gritó con fuerza.
—¡Sebastián, sal a morir!
Su grito resonó como un trueno, reverberando por todo el patio.
El color drenó de las caras de los miembros de la familia Flores; ya habían enviado a sus asesinos, ¿y aún así no podían detener a este hombre?
Bajo la mirada aterrorizada de todos, Alejandro entró en el patio.
—¡Es Alejandro! —exclamó Lourdes, visiblemente sorprendida.
Tomás y Belén también estaban atónitos; nunca se imaginaron que quien había irrumpido solo en la finca
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