Capítulo 58
Ana y Diego llegaron al hospital justo cuando Carmen y Antonio estaban siendo sacados del quirófano.
Carmen tenía fracturas en ambas piernas y una leve conmoción cerebral.
Antonio estaba un poco mejor; solo se había roto un brazo, el mismo que Carmen había abrazado previamente.
Lo increíble era que, a pesar de la colisión frontal entre los dos coches, el conductor, quien debería haber recibido la mayor parte del impacto, solo sufrió heridas leves. Tras aplicarle un poco de medicación y vendajes, ni siquiera necesitó quedarse en el hospital para observación.
Ana, sin embargo, no tenía cabeza para preocuparse por el conductor. Al ver a Carmen en la cama, pálida, se le llenaron los ojos de lágrimas y su cuerpo ya débil se tambaleó. Por suerte, una enfermera cercana la sostuvo a tiempo.
—Carmen, mi pobre Carmen, ¿por qué tenías que salir de casa? Si te pasara algo, ¿cómo voy a seguir viviendo, hija mía...?
Ana lloraba desconsoladamente. A un lado, Diego, ya con dolor de cabeza, se masajea
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