Mark captó de inmediato su indirecta. Hizo una mueca y regresó a la casa. “Será mejor que no pienses en trabajar en esa tienda de postres tuya. Quédate en casa y cuida al bebé. No es que necesitemos el dinero”.
Arianne terminó comiéndose sus palabras antes de que pudiera decirlas. Ella se mofó y no lo mencionó más. Él estaba en lo correcto. El lugar estaba lejos y Smore aún era muy joven. Aún era mejor para él quedarse con sus padres. La infancia de ella y de Mark no se consideraba feliz, por lo que ella era muy consciente de los efectos de una infancia traumática. Por lo tanto, no quería que la historia se repitiera con su bebé. Esta era también su mayor razón para volver con él. Tenía la responsabilidad de traer al niño a este mundo. Eso no era un juego.
Smore no parecía tener sueño después de la cena, por lo que Arianne tuvo que cargar al pequeño por la casa. Habían llegado dos paquetes durante el día; uno era un regalo para el bebé de Naya y el otro era de Helen. Helen no asistió