Capítulo 47 Interrupción inoportuna

José ignoró su resistencia, giró sobre ella y la presionó sin esfuerzo, inmovilizando sus manos sobre su cabeza y usando sus rodillas para impedir que ella cerrara las piernas. Notó su intención y firmemente frustró su movimiento. Al intentar besarla, ella giró el rostro evitándolo, y sus besos cayeron en su blanca nuca, provocando un dolor agudo con un tinte de castigo, como si rasgara la piel. Daniela era consciente de que había requerido mucho valor para vivir la vida que ahora disfrutaba, y no deseaba regresar a su pasado. Con este pensamiento, lo llamó en voz alta: —¡José! ¡Esto no me gusta! Desde que dejé la casa García, no quería tener nada que ver contigo. La persona sobre ella se tensó, seguida por una risa fría: —No es tu decisión si tenemos o no una relación. La fragilidad de Daniela parecía aún más marcada bajo el robusto cuerpo del hombre y, entre luchas, estaba cubierta de un sudor fino, sus mejillas enrojecidas, y la última de sus energías se agotaba lentamente,