Capítulo 36 Apuesto a que no puedes irte

El aire pareció congelarse de repente. José se detuvo unos segundos y, con el rostro frío, se alejó. Daniela deseaba haberse mordido la lengua, en realidad no pensaba de esa manera... Alberto, por su parte, parecía disfrutar del caos: —¿Por qué no apuestas conmigo? Apuesto a que no podrás irte. Daniela, al borde de las lágrimas, no quiso aceptar la apuesta; si no fuera porque no se atrevía a insultarlo, ya lo habría hecho sin reparos. Aunque Alberto se mostraba juguetón y sonriente con ella, si se enfadaba, Daniela no tendría tiempo ni de reaccionar. Un hijo de una familia adinerada y poderosa como él, era alguien a quien no se podía tomar a la ligera. Alberto estaba seguro de que ella no sería capaz de irse, por lo que generosamente le devolvió el alquiler junto con el depósito. Lo de no devolver el depósito era solo algo que había dicho en el calor del momento; él no era alguien que necesitara ese dinero. Daniela, por su parte, estaba convencida de que podía marcharse, as