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Capítulo 6

Después de llegar a casa, Alicia tenía la intención de acelerar el proceso de mudanza. Sin embargo, su lesión en la pierna aún no se había curado completamente y se movía con dificultad, por lo que llamó a una empresa de mudanzas para que la ayudara. El salón estaba lleno de cajas grandes y pequeñas, y varios trabajadores estaban ocupados empacando y moviendo cosas de un lado a otro, con la puerta abierta. Cuando Rafael llegó a casa y vio el caos, preguntó apresuradamente qué había pasado. Alicia le ofreció la explicación que ya tenía preparada. —El apartamento en Jardines del Alcázar está listo y está cerca de tu trabajo, así que pensé en mudarme allí para estar más cerca. Recordando el acuerdo de propiedad que había firmado anteriormente, Rafael asintió. Después de cambiarse los zapatos, se sentó en el sofá y, mientras recordaba la distribución de ese apartamento, continuó la conversación. —¿No te gusta la jardinería? ¿Qué tal si despejamos el balcón del este para que puedas plantar flores? Tras unos segundos de silencio, Alicia respondió suavemente. —No hace falta, ya he renunciado a ese hobby. Rafael miró instintivamente hacia el jarrón con lirios frescos sobre la mesa, sintiendo que ella no estaba diciendo toda la verdad. Justo cuando iba a insistir, se dio cuenta de que los trabajadores estaban sacando cajas que parecían contener solo sus cosas, lo que le hizo cambiar de tema. —¿Por qué solo están sacando mis cosas? ¿Y las tuyas? —Ya las han llevado todas. Rafael pensó que ella quería decir que ya estaban en la nueva casa y no preguntó más. Se levantó para servirse un vaso de agua, dando algunas instrucciones al pasar. —Asegúrense de etiquetar bien los artículos para no colocarlos en la habitación equivocada cuando lleguen. Alicia lo miró en silencio por un momento, tragándose algunas palabras. No habrá errores. Porque en la nueva casa, solo estarán tus cosas. Después de que todo estuvo organizado, Rafael ayudó a Alicia a bajar las escaleras. Al salir del ascensor, se encontraron de frente con Carmen y Alberto Mireles, lo que los dejó a todos sorprendidos. Rafael no esperaba este encuentro y, tras un momento de pánico, soltó su mano y avanzó para ponerse delante de ella. —¿Cómo vinieron aquí? Alberto levantó una ceja, —Carmen quería visitar tu nuevo lugar y yo tampoco había venido antes, así que le pedí la dirección a tus padres y pensé en darte una sorpresa. La mirada de Carmen se fijó en Alicia. Si no recordaba mal, había visto a esta mujer al menos un par de veces. Una en la oficina y otra fuera de un bar. Un fuerte presentimiento la hizo curiosa sobre su identidad, y con una sonrisa, sondeó. —Rafa, ¿quién es esta dama? Rafael, inusualmente callado, parecía estar considerando cómo presentarla. Alicia, con un rostro impasible y hasta cordial, extendió la mano hacia Carmen. —Alicia, una compañera de universidad de Rafael. Recientemente he estado pasando por un divorcio, así que vine a pedirle ayuda, pero parece que él está en medio de una mudanza, qué coincidencia. Esto despertó a Rafael, quien miró a Alicia con culpa antes de seguir con su introducción. Aunque todo parecía normal, Carmen aún tenía dudas. Con tanta gente alrededor, no era apropiado preguntar más, así que instó a Alberto a ayudar con la mudanza. Carmen se acercó a Alicia y comenzó a charlar. —Ali, ¿por qué te divorcias? Alicia no esperaba que fuera tan directa y tras unos segundos de sorpresa, sonrió levemente. —Mi esposo, está enamorado de otra mujer.

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