Capítulo 150
La música comenzó a sonar: era una canción llamada "Juego de los Pingüinos".
Esta melodía, conocida por muchos desde el jardín de infancia, se destacaba por su ritmo contagioso y adictivo.
En el centro del escenario, Teresa, vestida con un elegante vestido largo de color azul celeste y tacones de quince centímetros, se paralizó al principio. Luego, su cuerpo empezó a moverse de manera rígida al ritmo de la música; su danza resultaba bastante cómica, provocando risas entre el público.
Al ver a sus compañeros riendo, se sonrojó por la vergüenza al darse cuenta de lo ridícula que parecía.
Humillada, decidió dejar de bailar y, cubriéndose la cara, corrió fuera del escenario.
—¡Jajaja...!
La risa continuaba sin cesar, y un estudiante exclamó: —¡No te vayas, sigue bailando! ¡Aún no he tenido suficiente, jajaja!
—Qué vergüenza, mejor no volver a recomendar a alguien para un evento; nunca sabes quién será el próximo en ser ridiculizado,— comentó Ana con tono indiferente a través de los alt
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