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Capítulo 12

El hombre vestía un traje negro entallado, su figura alta y erguida, con el cabello corto y ordenado, irradiando una imponente aura que emanaba una noble y feroz presencia de rey. Sin embargo, ese rostro perfecto hasta el punto de ser divino llevaba unas gafas con montura de oro que equilibraban adecuadamente ese aire gélido, otorgándole una dignidad inaccesible. Ana miraba el rostro del hombre, sintiendo una sensación de déjà vu. Como si lo hubiera visto en algún lugar antes... El hombre también la observaba, su mirada aguda atravesando las lentes, mezclada con un ardor, clavándose en ella con firmeza. —Profesor Carlos, ¡qué destacable...! Dijo el director Arturo con una sonrisa complaciente, su tono reflejando adulación y respeto. Carlos... El nombre resonó en las cuerdas del corazón de Ana, despertando un recuerdo profundo de un rostro infantil que de repente apareció en su mente, superponiéndose lentamente con el del hombre frente a ella. ¡Es él! La mirada de Ana se entrelazó con la del hombre. La mirada ardiente de él y la ligera sonrisa en sus labios hicieron que sus pestañas temblaran ligeramente. Rápidamente desvió la mirada, sus manos, colgando a ambos lados, se cerraron en puños sin darse cuenta. ¿La había reconocido? Carlos notó cada uno de sus pequeños movimientos, sus ojos se movieron fríamente hacia Julia. —¿Qué pasa, ni siquiera puedes cumplir con las órdenes del director? Julia, al ser mirada por él, mostró una expresión de enojo que se tornó en una mezcla de vergüenza y timidez. ¡El Profesor Carlos la había mirado! Pero todo era culpa de esta estudiante nueva, que la había hecho quedar mal frente al Profesor Carlos. Hay que recordar que Carlos, a sus 24 años, ya había alcanzado el puesto de profesor, era guapo y de buen físico, y como el futuro heredero de la familia Sánchez, con dinero y poder, era el sueño de todas las profesoras de la escuela. —Profesor Carlos, ella viene del campo, sus notas son malas, y solo gracias a ser adoptada por la familia Ruiz, tiene grandes aspiraciones de entrar a la primera clase. Basándome en sus calificaciones históricas, le sugerí ir a la clase once. ¿No es correcto...? Julia no terminó su explicación, al ver la fría mirada de Carlos otra vez, su voz se hizo cada vez más baja hasta que se desvaneció por completo. Julia le lanzó a Ana una mirada llena de resentimiento. ¡Qué chica tan calculadora! ¡Aún sin haber ingresado, ya estaba tratando de seducir al Profesor Carlos! El director Arturo, demostrando su habilidad para manejar situaciones tensas, intervino con una sonrisa conciliadora, diciendo: —Ana, ¿qué te parece esta clase...? —¿Dónde está el examen de ingreso? —Ana trató de ignorar la presencia de Carlos, dirigiendo su mirada fría hacia el director Arturo. —¿Quieres hacer el examen de ingreso? —El director Arturo estaba sorprendido. Aunque esta nueva estudiante había sido recomendada personalmente por el decano y defendida por el Profesor Carlos, él, en el fondo, al igual que Julia, no creía que alguien proveniente de una escuela rural pudiera obtener buenos resultados. —Está bien, ve ahora mismo al Edificio 2, aula 101 para hacer el examen de ingreso. Dijo Julia, con una mirada astuta en sus ojos. —Si no logras ingresar a la primera clase, tendrás que arrodillarte y pedirme disculpas frente a todos los maestros y estudiantes en la ceremonia de izada de la bandera, demostrando que yo tenía razón. Añadió Julia, disfrutando la idea de humillar a Ana públicamente por haberla hecho quedar mal frente al Profesor Carlos. Ana levantó la mirada hacia Julia, su rostro sin expresión y sus ojos fríos. Julia pensó que Ana estaba asustada, y una sonrisa despectiva apareció en sus labios. —¿Qué pasa, tienes miedo? Si tienes miedo, entonces estás en el lugar correcto. Somos la primera clase de segundo año, no cualquiera puede entrar aquí... —¿Y si logro entrar? —Ana la interrumpió con calma. Julia se burló: —Si logras entrar, entonces yo me arrodillaré y te pediré disculpas frente a todos los maestros y estudiantes en la ceremonia de izada de la bandera. —De acuerdo. —Ana respondió tranquilamente, dándose la vuelta, solo para encontrarse con la mirada profunda de Carlos. Sus ojos oscuros, como agujeros negros del universo, parecían capaces de absorberla por completo. Ana hizo una pausa, luego, evitando su mirada sin dejar rastro, aumentó el paso. Julia no esperaba que Ana aceptara tan rápidamente. Mirando su figura fría y distante, sus ojos se llenaron de odio. Simula todo lo que quieras, pero cuando te vea llorar, sabrás lo feo que te ves. —¡Profesora Julia, cómo puede hacer una apuesta así con una estudiante! —El director Arturo, como si recién hubiera reaccionado, se volvió hacia Carlos y dijo: —Profesor Carlos, lamento que haya tenido que presenciar esto. Por favor, siéntese y tome un café... Carlos levantó la mano, rechazando la oferta. —No gracias, no tomaré café. Pero una apuesta sí podría ser interesante. —¿El Profesor Carlos quiere hacer una apuesta conmigo? —El director Arturo se sintió halagado de inmediato. Carlos miró en la dirección en que Ana había partido. — Apostemos a que si Ana entra en la primera clase, cambias de profesor principal en esa clase. Boom—— Julia, que se sentía triunfante hasta hace un momento, quedó atónita al escuchar esas palabras, como si un rayo la hubiera golpeado. Su carrera como docente parecía estar llegando a un abrupto final...

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