Capítulo 681
Pero la próxima vez, él mataría a Emilio, sin importar de qué manera.
El helicóptero comenzó a elevarse lentamente, levantando una nube de polvo y arena.
En medio de ese torbellino de polvo, los ojos de todos picaban y daban ganas de llorar.
Vicente se fue con su gente, junto con los subordinados de la familia Pérez, dejando atrás solo a Ángeles, Bárbara, y a un Emilio que yacía boca arriba en el suelo, riendo hasta casi no poder respirar.
Bárbara suspiró suavemente y finalmente no pudo evitar preguntar. —Jefecilla, ¿por qué lo proteges? Ahora señor Vicente seguramente malinterpretará, tal vez incluso piense que...
Ángeles sacudió la cabeza, mirando a Emilio tumbado en el suelo con una expresión de descaro despreocupado, y dijo calmadamente. —No estoy protegiendo a él, estoy protegiéndome a mí misma.
—¿Qué quieres decir? —Bárbara al principio no entendió, pero rápidamente percibió algo de la conversación, girándose hacia Emilio con sorpresa y diciendo—: Jefecilla, ¿quieres decir que Em

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