Capítulo 638
Pensé que, al escuchar la pregunta, la otra parte lo negaría hasta la muerte, o respondería con una risa sarcástica diciendo algo como "no te lo voy a decir".
Sin embargo, para mi sorpresa, el líder se quedó perplejo y su expresión se tornó poco a poco más compleja.
Ángeles: "¿?"
Confundida, escuchó a la otra persona hablar de nuevo, esta vez no de manera provocativa, sino con un tono resignado: "No soy un secuestrador, he venido a rescatar a alguien."
¿A rescatar?
Ángeles lo examinó detenidamente; el hombre frente a ella era alto, vestido de negro, con un uniforme de combate que le confería una apariencia esbelta y caballerosa.
Durante la pelea no lo había notado, pero ahora, bajo la luz de la linterna, Ángeles finalmente se dio cuenta de que el hombre poseía un rostro apuesto, con rasgos bien definidos, ojos y cejas afilados, y un aura de rectitud.
Ángeles no movió ni un milímetro el cañón de su arma, alzó cautelosa una ceja y preguntó: "Si viniste a rescatarla, ¿por qué me estabas p

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