Capítulo 631
Los últimos cinco mercenarios se dividieron en dos grupos y avanzaron a toda prisa por la ruta que Ángeles había planeado.
Bárbara la siguió por otro camino.
La noche era oscura; la linterna, aunque no de luz fuerte sino más bien común, apenas se encendió antes de ser devorada por la densa oscuridad circundante. Solo iluminaba el espacioso camino bajo sus pies y no permitía ver más allá.
En esa intensa oscuridad, la densa jungla alrededor parecía la sombra de un verdadero fantasma. De vez en cuando, cuando el viento la sacudía, el ambiente de terror se intensificaba al máximo.
Bárbara se tocó asustada el brazo, sintiendo los pelos erizarse, y se giró para mirar a Ángeles, quien lucía serena y caminaba con paso firme, sin mostrar signo alguno de miedo.
—Jefecilla, ¿no tienes miedo en lo absoluto? —preguntó Bárbara, perpleja.
Mientras Ángeles avanzaba cuidadosa, observaba el terreno y las huellas. Respondió sin pensar: —No, para nada no tengo miedo.
No solo aquí, en esta montaña no solo

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