Capítulo 626
Casa de los Pérez.
En un cuarto cerrado desde el interior, Belén ajustaba con todas sus fuerzas un cinturón alrededor de su cuello, tirando desesperada en dirección contraria con el peso de su cuerpo.
Pronto, la asfixia se hizo patente; el rostro de Belén se tornó rojo, y las venas de su frente se volvieron visibles.
En realidad, solo necesitaba aflojar un poco la tensión, o ceder al instinto de su cuerpo de rendirse, para poder volver a respirar aire fresco y revivir.
Sin embargo, simplemente ella no quería hacerlo.
Cada vez que el dolor hacía vacilar su cabeza, solo necesitaba ver a Juan en el suelo, recordar aquellos tiempos pasados, para sentirse devastada y desear morir.
Ya no poseía el coraje que necesitaba ni mucho menos la fe para seguir viviendo.
El deseo de sobrevivir se había desvanecido con su muerte.
La falta de oxígeno se intensificaba cada vez más; Belén ya no podía emitir sonido alguno, sus extremidades comenzaron a convulsionar, su visión se oscurecía lentamente, y el

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