Capítulo 582
—¡Señorita Lourdes, el suelo está frío! ¡Póngase los zapatos antes de salir, su cuerpo todavía está muy débil!
La sirvienta corría como loca detrás de ella con los zapatos en la mano, pero Lourdes no escuchaba nada, corriendo desesperada, descalza y tambaleándose hacia afuera.
¡No quería esperar ni un momento más para recibirlo!
Deseaba tener alas para volar al lado de Juan, tocar su cara y comprobar si esto era un sueño o simplemente realidad.
Lourdes corrió tan rápido que, sin darse cuenta, tropezó. Justo cuando estaba a punto de caer, un par de manos fuertes y firmes la sostuvieron con seguridad.
Lourdes levantó la cabeza con total rigidez. Ante ella seguía habiendo una oscuridad profunda, no podía ver nada, pero en ese momento, sintió una mirada ardiente sobre ella.
—¿Juan?
La voz de Lourdes tembló mientras pronunciaba tentativamente su nombre.
La respuesta que tantas veces había escuchado solo en sus sueños sonó con claridad en sus oídos, con la misma ternura de siempre: —Soy yo,

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