Capítulo 515
Vicente estaba advirtiendo a Emilio que se mantuviera alejado de Ángeles.
Este acto de protección autoritaria y sumamente dominante era una declaración irrefutable.
También era una advertencia.
Emilio, sin embargo, soltó una risa burlona y replicó con pereza: —¿Que no se puede querer? ¿Y si yo la quiero igual?
—Esto... —El subordinado se secó el sudor y decidió probar con otro enfoque, sugiriendo con cierta cautela—: Señor Emilio, a Ángeles tampoco le gusta usted. ¡La fuerza no trae felicidad!
—La fuerza no trae felicidad... —Emilio dejó escapar una risita y añadió—: Pero si es por la fuerza, a mí sí me alegra.
El subordinado se quedó sin palabras.
Estaba sorprendido por aquella lógica aparentemente impecable.
Pero, ¿realmente no traería consecuencias enfrentarse al señor Vicente?
¿Valía la pena correr ese riesgo por una sola mujer?
El subordinado meditó profundamente y terminó diciendo con resignación: —Señor Emilio, el mundo está lleno de mujeres hermosas. Si usted quiere, habrá much

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