Capítulo 475
—Hugo, ¿cómo la has llamado?
Belén, con el rostro tenso y sin rastro de sonrisa, con una mirada repentinamente penetrante y maliciosa, preguntó: —¿Cómo la llamaste recién?
Hugo sonrió de forma despreocupada y respondió: —Señora Pérez, ¿hay algún problema?
—¿Quién te dio permiso para llamarla así? Sin una posición legítima, no es adecuado. ¡Hay muchas mujeres que desean casarse en la familia Pérez! Ciertas personas no deberían albergar ilusiones.
Belén miró fijamente a Ángeles, claramente refiriéndose a ella con ese "ciertas personas".
Hugo negó con la cabeza, aún manteniendo su cortesía habitual, pero su expresión se volvió más seria al responder: —Señorita Belén, parece que estás excediendo tus límites. Los deseos del señor Vicente no son algo que puedas interpretar.
—¡Tú...!
Esta frase era un recordatorio para Belén de que se fijara en su propio estatus.
En casa Pérez, ella era apenas una invitada, y tratar de interferir demasiado en los asuntos de la familia Pérez era sobreestima

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