Capítulo 460
Ángeles volvió a sumirse en el silencio y luego comenzó a reír. Su risa era incomprensible, y si se tuviera que describir, probablemente sería una risa sarcástica.
Algunas disculpas, en realidad, no tienen sentido.
La palabra "lo siento" no puede borrar el pasado, ni hacer que la persona herida lo olvide simplemente porque lo digan.
Por supuesto, Ángeles no sabía por qué Rafael se estaba disculpando, no le interesaba preguntar, y simplemente respondió con indiferencia: —¿Hay algo más?
—¡Espera, no cuelgues! Tu mamá y yo queremos ir a verte. ¿Dónde estás ahora, Ángelita? ¿No quieres mudarte de vuelta a casa?
...
Ángeles pensó que tal vez sus oídos le estaban fallando. Era imposible que estuviera escuchando semejante tontería.
Pero Rafael, ajeno a todo, continuó con cautela: —Ángelita, por favor, danos otra oportunidad. Déjanos compensarte, ¿sí?
...
No, sus oídos no estaban fallando. El que tenía un problema era Rafael. No sabía qué le había pasado a su cabeza, pero ahora estaba di

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