Capítulo 446
Después de unas cuantas palabras, Paula se fue. Antes de marcharse, Paula mostró un gran amor y dijo con afecto: —Mamá, cuídate mucho. Iré a casa primero, en unos días prepararé una sencilla sopa y vendré al hospital para acompañarte.
—Sí, mi buena niña, ve a casa.
Nancy sonrió con gratitud, como siempre lo hacía.
Cuando Paula partió, la habitación quedó sumida en un profundo silencio.
Nancy extendió la mano y acarició con dulzura el rostro inexpresivo y torpe de Rafael. Era como si le hablara a él, o quizás solo a sí misma:
—No creo que te hayas vuelto un tonto de repente, ni que realmente quisieras suicidarte.
—El médico dijo que sufriste un terrible impacto emocional. Pero en ese momento, la única persona que estaba contigo era nuestra amada hija, Paula... ¿Qué pudo haberte afectado tanto?
Nancy bajó la cabeza. Lo que no le había dicho aún a Paula era que tenía algo de dinero. Ese día había conseguido trescientos mil dólares de Abelardo y, después de pagar las facturas

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