Capítulo 425
De repente, cuando nadie lo esperaba, un hombre apareció justo detrás del otro.
Esa persona era delgada y, ágil había estado oculta en la oscuridad y bloqueada por los escombros en el pasillo, por lo que se había acercado sigilosa sin ser detectada.
Era nada más y nada menos que Ángeles.
Un segundo antes de que el hombre soltara con rabia a Elena y la dejara caer, dos agujas de plata salieron disparadas, incrustándose en el cuerpo del hombre con una precisión milimétrica.
El hombre se detuvo en seco, su cuerpo se paralizó.
Al darse cuenta de que había alguien detrás de él, el hombre rugió furioso, tratando con todas sus fuerzas de liberarse de la parálisis de sus puntos de acupuntura, pero con rapidez Ángeles, con un ladrillo en la mano, le rompió la cabeza de un golpe.
Ángeles aprovechó esa oportunidad para agarrar con fuerza la ropa de Elena.
Elena ya estaba extendida más allá de la barandilla, lo que significaba que Ángeles debía tener medio cuerpo fuera de la barandilla para poder

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