Capítulo 39
La joven, empujada hacia adelante, tenía las extremidades amoratadas y no pudo sostenerse en pie, cayendo al suelo. Su largo cabello negro cubría la mitad de su rostro, revelando una expresión temerosa y un cuerpo que temblaba ligeramente, como el de un conejo asustado.
Ángeles la reconoció de inmediato: era la chica a quien había rescatado de aquel pueblo, la misma que la había abandonado a su suerte para escapar sola.
Creía que nunca más se cruzarían en esta vida, pero el destino había decidido reunirlas nuevamente en este lugar.
El destino, ciertamente esquivo.
El sirviente, oportuno, presentó a Ángeles: —Señorita Ángeles, ella también es hija del Señor Daniel, pero... es su hija ilegítima, se llama Lucía Vargas.
—Hace medio año, la esposa del Señor Daniel envió a esta hija ilegítima al extranjero para estudiar, pero hace unos días regresó repentinamente al país, con heridas, alegando haber sido asaltada en el camino.
¿Estudiar en el extranjero?
Ángeles casi se ríe.
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