Capítulo 324
Ángeles había desaparecido y no se sabía nada de su paradero.
¿Los demás podían permitirse levantarse tarde? ¿Y Ángeles? Ella, definitivamente, no.
Vicente deseaba con todas sus fuerzas desplegar alas y volar de inmediato a Luz de Luna. No quería detenerse ni perder un solo segundo más.
—Ustedes, cuiden bien a la señorita Lourdes.
Soltando esta frase con determinación, Vicente dio media vuelta y se marchó.
Todos en la familia Pérez, ya fueran subordinados, empleados o guardaespaldas, seguían sin cuestionar las órdenes de Vicente. Tan pronto como escucharon la instrucción, respondieron al unísono con voces firmes y sincronizadas:
—A la orden y para servirle a usted, señor Vicente.
Mientras observaba a Vicente alejarse con pasos largos, Belén se dio cuenta de que el plan de hoy, al parecer, quedaría frustrado una vez más.
Belén se acercó a Lourdes, suspiró suavemente e intentó consolarla: —Cuñis...
Lourdes estaba fuera de sí, completamente furiosa. Su emoción desbordada h
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