Capítulo 305
Ángeles extendió la mano y presionó con suavidad sobre la rodilla de Emilio.
Por supuesto, Emilio no sintió nada al respecto. Poco tiempo atrás, en la Clínica de la Benevolencia, varios médicos renombrados lo habían examinado uno tras otro, pero ninguno pudo determinar cuál era exactamente el problema con sus piernas.
Sin embargo, Ángeles lo afirmó sin titubear:
—Tu pierna lleva al menos nueve años así. Cada invierno, o cuando el clima está lluvioso, sientes como si miles de agujas te perforaran. Solo los baños termales logran aliviar el dolor, ¿verdad?
Emilio lo noto y su expresión se volvió más perspicaz..
¿Cómo sabía ella de esos síntomas?
¡Incluso sabía cuántos años llevaba con dicha condición!
Ángeles se enderezó y movió ligeramente las muñecas enrojecidas por las cuerdas que las ataban. Con confianza, agregó: —No sigas pensando en ello. En todo el mundo, no hay otra persona que pueda curarte más que yo.
—Entonces, vayamos pues directo al grano.
—Señor Emilio, ¿va
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