Capítulo 26
No puedo creer que esa chica pudiera volar.
Una vez que estuvo completamente seguro, la chica prisionera suspiró aliviada y llamó en voz baja: —¡Oye, se han ido, puedes salir!
Ángeles emergió del montón de heno, cubierta de desorden.
Aprovechando que los bandidos corrían en otra dirección, esta era la mejor oportunidad para que Ángeles escapara.
Justo cuando Ángeles estaba lista para seguir huyendo, la chica se arrodilló de golpe, con los ojos llenos de súplica: —Señorita, por favor, ayúdame, ¿puedes llevarme contigo?
—He sido vendida aquí y he estado encarcelada durante medio año; ¡eres la única persona de fuera del pueblo que he visto en ese tiempo! —Este lugar es un infierno; ¡estas personas son demonios! —Si me quedo aquí, voy a morir.
Las lágrimas corrían por el rostro de la chica, sus ojos llenos de esperanza y desesperación: —Te lo suplico... sálvame...
Ángeles no es que no quisiera salvarla, sino que se sentía impotente.
La puerta estaba cerrada con llave y romperla causaría un
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