Capítulo 191
Sin saber exactamente cuándo, aquella puerta de hierro, con un diseño complejo y antiguo, se abrió lentamente. Las farolas a ambos lados de la mansión se encendieron una tras otra de manera automática, iluminando el camino de mármol que llevaba al final, donde una figura alta y esbelta se acercaba poco a poco.
El caballero vestía completamente de negro, con un largo abrigo de lana, un suéter y pantalones que lo mimetizaban con las sombras nocturnas.
No obstante, resultaba imposible no percibir ese aire desenvuelto que emanaba, donde se entremezclaban una elegante indolencia, dignidad y enigma.
Mientras se aproximaba, sus facciones, de una belleza inmaculada, se revelaban gradualmente bajo la iluminación de los faroles, acrecentando una atmósfera opresiva que casi podía palparse.
Los latidos de Berenice se habían acelerado tanto que por un momento se quedó sin aliento.
Sus ojos, casi obsesivos, no se apartaban de Vicente. Su corazón se desbocaba al recordar todo lo que ese hombre habí
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