Capítulo 173
Con un lugar donde establecerse, Ángeles ayudó a Vicente a sentarse y luego salió a recoger numerosas ramas secas. En el bosque montañoso, eso era lo que menos escaseaba.
Vicente tampoco permaneció inactivo. Aunque no portaba un encendedor, tenía una pequeña navaja plegable. Ángeles observó cómo esas manos de dedos largos y huesudos sostenían la navaja y, con unos cuantos movimientos, lograba generar chispas.
Ángeles rápidamente le acercó un puñado de hierba seca que había encontrado.
Después de un par de intentos, las chispas cayeron sobre la hierba, que comenzó a humear, y pronto surgió una pequeña llama.
Ángeles se alegró enormemente. —Encárgate de esto, yo iré a buscar más ramas.
Todavía faltaba mucho para el amanecer, y las ramas que habían reunido no serían suficientes para mantener el fuego encendido.
Vicente la detuvo: —No busques más, tú quédate aquí alimentando el fuego. Yo iré.
Ángeles no aceptó la propuesta y, sin detenerse, respondió: —Estás herido. Descansa. En cuanto rec
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