Capítulo 155
Rubén se pegó de inmediato como chicle, con un descaro total: —¿Qué pasó en el pueblo? ¿Se ganaron la lotería? ¿Repartieron dinero? ¿Por qué nadie me avisó?
El jefe del pueblo, indignado, casi se cae de espaldas. Le gritó directamente: —¡Ni lotería ni repartos! La gente de nuestro pueblo es honrada y trabaja con sus propias manos, no como en tu casa, que tuvieron la suerte de recoger a la hija de otros. No dieron nada a cambio y, encima, terminaron sacándoles una fortuna.
Se refería, claro está, a Ángeles.
El origen de Ángeles había sido un secreto hasta que regresó con su verdadera familia y todo el pueblo lo vio en las noticias. Desde entonces, la gente empezó a murmurar que debía haber sido adoptada. Si no, ¿cómo podían haberla tratado tan mal?
Por eso, todos en el pueblo tenían la peor opinión de la familia de Rubén. Los veían como desalmados y malagradecidos, gente que no merecía respeto.
Rubén torció la boca y soltó con desdén: —¿Sólo siete millones de dólares? No es suficiente..
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