Capítulo 146
En la habitación, Ángeles yacía en la cama. Desde que despertó de su sueño, había estado dando vueltas sin poder volver a conciliar el sueño.
De repente, escuchó a su pequeño perro ladrar con una energía inusual. Ángeles se puso un abrigo sobre los hombros, se calzó con lo primero que encontró y abrió la puerta para ver qué sucedía.
Tenía miedo de que Maristela viniera en medio de la noche a vengarse. ¿Y si intentaba prender fuego a la casa?
Pero lo que Ángeles jamás imaginó fue que, en el momento en que abrió la puerta, lo vio a él. Una figura alta, esbelta y con un porte que parecía no encajar en absoluto con el resto del pueblo. Irradiaba una presencia fría y autoritaria, noble y opresiva al mismo tiempo.
Bajo la luz de la luna, aquel rostro hipnótico parecía sacado de un sueño, con unos rasgos tan perfectos y unos ojos tan seductores que resultaban casi irreales.
Ángeles abrió los ojos de par en par, completamente sorprendida al ver a Vicente allí.
En un instante, las i
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