Capítulo 127
El médico llegó corriendo, y el pasillo, que antes estaba tranquilo, se convirtió en un caos absoluto.
[¡Mientras yo siga vivo, ni pienses en cruzar la puerta de mi familia Aguilar!]
Eso fue lo que acababa de decir el señor Pedro.
Paula soltó una risa fría en silencio: ¡Este viejo maldito, sería mejor que muriera de una vez!
Mientras Oscar empujaba la camilla que llevaba a Pedro hacia la sala de emergencias, accidentalmente miró de reojo a Paula y captó el destello de malicia en sus ojos.
Oscar se quedó atónito.
Pero, al segundo siguiente, Paula ya había recuperado su expresión de pureza e inocencia, con lágrimas contenidas y una mirada llena de preocupación y culpa.
Parecía que todo había sido una ilusión suya.
—Oscar, todo es culpa mía, snif, todo mi error. No debí ser tan directa, no debí provocarlo de esa manera al abuelo Pedro, snif...
Oscar no tenía energías, ni ganas de consolarla en ese momento. Dijo secamente: —Vete. Mi abuelo no quiere verte.
—Oscar...
—¡Q
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