Capítulo 68
—No estoy intentando regañarte. En momentos como este, mejor no digas ese tipo de cosas. Hasta a mí me resulta incómodo escucharlas, y será peor si Patricia despierta y las oye.
—Está bien, no diré más, lo prometo.
—Está bien.
Después de un rato, Patricia despertó. Abrió los ojos y vio a la asistente y a Beatriz. Se sentía muy débil, sin fuerzas para hablar.
Beatriz, con los ojos enrojecidos, tomó su mano, la que no tenía la inyección: —¿Cómo estás, Patricia?
La asistente también se acercó: —Patricia... ¿te sientes mejor?
Patricia apenas tenía fuerzas para parpadear lentamente: —¿Qué me pasó? —Parecía no recordar lo sucedido, experimentando un breve vacío.
Ni Beatriz ni la asistente querían hablar, especialmente la asistente, que giró la cara, con los ojos llorosos por la acidez; después de meses de convivencia, había tomado mucho cariño a Patricia y se compadecía de su situación actual.
Patricia volvió a preguntar a Beatriz, como dándose cuenta de algo. Su mirada se concentró:
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