Capítulo 398
Patricia no había expulsado a Álvaro, lo cual ya era un favor considerable de su parte, y él aún insistía en justificarse. ¿Realmente era necesario más explicaciones? Ella ya había escuchado demasiado.
Álvaro observó cómo ella entraba a su habitación y cerraba la puerta, incluso escuchó el sonido del cerrojo girar. No había olvidado protegerse de él, y lo hizo con determinación.
Su corazón era como esa puerta cerrada y asegurada, eternamente sellada para él, que jamás se volvería a abrir.
Álvaro pasó la noche en el salón, se ocupó de lavar su ropa y la colgó para que secase. No había traído ropa de repuesto; había llegado apresuradamente y, sintiendo la necesidad de fumar, se dirigió al balcón para no impregnar el interior con el olor a cigarrillo, preocupado por si Patricia se despertaba y se disgustaba por el aroma.
Ella detestaba el olor a cigarrillo, y él lo sabía bien.
A la mañana siguiente, Patricia se despertó atraída por un aroma agradable, pensando que estaba soñando, que algu

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