Capítulo 320
El mensaje de Gonzalo era claro: dejar que la señora Alicia se encargara del asunto.
La señora Alicia hizo que los sirvientes se retiraran, miró a Alberto con una expresión sombría y, sin decir nada, levantó la mano y le propinó una bofetada en la cara. Atónito, Alberto quedó paralizado, incrédulo ante lo ocurrido. La señora Alicia lo presionó: —¡¿Esto es obra tuya?!
—¿Qué, qué?— Alberto parecía confundido, —¿Qué ocurrió? ¿Qué se supone que hice? No he hecho nada...
—Alberto, no hay nadie más aquí; ya hemos encontrado las cosas. ¡Habla con la verdad!— La señora Alicia colocó una caja de cartón sobre la mesa con fuerza, —¡Observa bien esto!
Dentro de la caja, diminutas cámaras de vigilancia.
Alberto, perplejo, murmuró: —Esto es... ¿qué es esto?
Aparentemente desconcertado.
La señora Alicia soltó una risa fría: —¡Aún te atreves a preguntarme! ¿No deberías saberlo mejor que yo?
Alberto, sinceramente desconcertado, miró nerviosamente hacia la puerta del vestíbulo, —¿Por qué ha vuelto de re
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