Capítulo 248
Los ojos de Álvaro eran de un rojo intenso, como los de una bestia feroz, lo que resultaba aterrador.
Patricia temblaba de miedo, suplicándole: —¡No hagas esto, ya estamos divorciados!
—Divorciados, sí, pero podemos volver a casarnos. Patri, mira, tú también sientes algo por mí—, dijo Álvaro con determinación, arrancándole la ropa, quitándole el abrigo y dejando al descubierto su camisa. En Ciudad de Nubes, el invierno no era tan frío, por lo que no era necesario vestirse en exceso; con una camisa y un abrigo delgado era suficiente.
Patricia estaba aún más asustada: —¡Álvaro! ¡Déjame en paz!
—No puedo detenerme, anoche ya quería hacer esto contigo, no, en realidad siempre lo he querido...— Álvaro refutó todas sus palabras, admitiendo abiertamente lo mucho que la deseaba.
Hacía tiempo que no la tocaba, y sentía que conocía sus debilidades, la entendía mejor que ella misma.
Patricia sabía que él no tenía buenas intenciones, y se maldijo por haber caído nuevamente en su trampa.
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