Capítulo 28
Leticia respondió con tranquilidad, —Ya que la ama tanto, ¿por qué mi esposo no se casó con ella? Al final, lo que queda claro es que no la ama.
Lourdes soltó una risa sarcástica, —Mira, Leticia, de pies a cabeza estás llena de la palabra "barata". Tú sabes muy bien cómo lograste casarte. Comparada con Beli, tú eres como un patito feo frente a un cisne blanco.
Leticia lanzó una mirada rápida hacia Lourdes, y luego fijó su atención en la pulsera que ella llevaba en la muñeca. Observando ese accesorio tan familiar, Leticia dijo, —Yo seré barata, y usted es la "noble". Claro, una pulsera que cuesta millones de dólares... Los que saben bien, entienden que ese dinero lo ganó mi esposo. Pero los que no saben, podrían pensar que el alcalde se enriqueció con sobornos.
—¡Qué descaro! —gritó Don Fernández con una voz severa.
La rabia en sus ojos era evidente, teñidos de pequeñas venas rojas.
Lourdes, ya en su mediana edad, seguía mostrando una necedad increíble.
Leticia, joven como era, hablaba
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