Capítulo 24
Las luces principales de la habitación estaban apagadas, quedaba encendida solo la lámpara junto a su cama.
La muchacha en el sofá llevaba una hora mirándolo. Pedro levantó la vista y se encontró con los ojos cristalinos de Leticia. —¿Te parezco guapo?
Leticia negó con la cabeza, —No, no lo eres. Solo eres... medianamente atractivo.
—...Entonces, ¿por qué sigues mirándome?
Leticia apoyó su brazo derecho sobre el izquierdo, descansando el codo en el borde del sofá, mientras ponía su barbilla en el dorso de la mano derecha. Con curiosidad, preguntó, —¿Por qué no duermes en el estudio?
—Tengo mi dormitorio, ¿por qué debería ir al estudio?
—Pero yo estoy en tu dormitorio. Los dos compartimos la misma habitación, ya no somos... inocentes.
—Estamos en el mismo registro matrimonial, ¿qué más inocencia quieres?
Ante esas palabras, Leticia se mordió el labio.
Parecía que, después de todo, no deberían mantener tanta "inocencia".
—Pero tenemos un acuerdo.
—¿En ese acuerdo dice que no puedo dormir
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