Capítulo 92 El Venerable de los Siete Destinos
Las palabras de Simón provocaron en Rocío una mirada cargada de absoluto desprecio, seguida de una carcajada sarcástica.
—¡Je, je!
—Señorita Rocío, aunque no me crea, debo decirle con toda seriedad que soy un hombre casado, y además, un hombre con valores. Jamás tendría pensamientos indebidos hacia otra mujer que no fuera mi esposa.
Dicho eso, Simón cambió de tono.
—En resumen, mientras no tenga la fortuna de que usted se convierta en mi esposa, puede estar tranquila: no, me pasará por la cabeza ningún pensamiento inapropiado.
—¡Ya se te zafo un tornillo! ¿Cómo puedes decir que tienes esposa y al mismo tiempo decir que yo tendría la suerte de convertirme en su esposa?
Eso no tiene ningún sentido. Definitivamente tenía razón contigo: seguro te escapaste de un hospital psiquiátrico.
Rocío estaba tan alterada que ya ni podía ordenar bien lo que decía.
—Tener una esposa y decir que tú podrías ser otra era una completa contradicción.
Alguien como yo, un ser que solo aparece una vez cada mil

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