Capítulo 34 Recompensa para el esposo
Pff...
Simón escupió todo el vino tinto que acababa de llevarse a la boca, salpicando la botella de porcelana azul y blanca.
Yolanda, al ver eso, gritó de inmediato.
—¡Eres un campesino vulgar! ¡Está claro que no sabes beber y aun así tomas tanto de un solo trago, y encima lo escupes por todas partes!
¡Este vino cuesta quinientos dólares la botella! ¿¡Y te atreves a desperdiciarlo!?
¡En nuestro grupo hay reglas! ¡El desperdicio se penaliza con el doble de multa! Esta botella me costó quinientos dólares, ¡te voy a descontar mil de tu salario!
Comprar con trescientos dólares y reportar quinientos era una práctica habitual de Yolanda.
Simón no le prestó atención a Yolanda y empezó a frotar directamente la botella de porcelana azul y blanca con la mano.
Crack...
Crack, crack...
La capa superficial de azul y blanco en la botella comenzó a agrietarse.
—Ten cuidado, no te vayas a lastimar la mano. —le advirtió Sara, ansiosa.
—¿Te estás preocupando por mí?
—¿¡Preocuparme por ti!? ¡Estamos en h

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