Capítulo 19
Lorena abrió los ojos, confusa, intentando enfocar su mirada en Pedro, pero no lograba verlo con claridad.
Se esforzó por extender la mano y agarró la de él, que descansaba sobre la silla de ruedas.
Parecía que él no se resistía, pero tampoco hacía nada por acercarse.
Lorena llevó la palma de él hasta su mejilla; su aliento ardía de tanto calor.
—Agua... Necesito agua...
Estaba verdaderamente ardiendo.
Pedro, de pronto, le sujetó la barbilla y la obligó a mirarlo: —¿Sabes quién soy?
Lorena no lo sabía. Solo sentía una sed insoportable.
Incluso la mano que la sujetaba le parecía deseable.
Sus dedos se aferraron a los de Pedro, y empezó a besarlos desde las yemas hasta la palma.
La mano de Pedro se tensó. Su garganta se movió visiblemente antes de alejarse con la silla.
Como ella estaba apoyada en ella, cayó directamente al suelo.
La habitación estaba muy fría; Pedro se dirigió al baño, y pronto el sonido del agua llenó el ambiente.
Lorena, acurrucada en la alfombra, sentía como si miles

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