Capítulo 52
—¡Exactamente!
—Nadie se preocupa por él, ¡vamos a comer!
Ricardo, con un rostro serio, hizo un gesto despectivo con la mano.
Todos, sin querer demorarse, comenzaron a usar sus utensilios de inmediato.
Sin embargo, Natalia de repente notó algo.
La esquina de la boca de Antonio se levantó ligeramente.
Esa sonrisa parecía burlona.
Desapareció tan rápido como apareció.
Natalia se sintió conmovida por dentro, dándose cuenta de que algo era extraño.
¿Su hermano realmente sabía cómo ocultar sus verdaderos sentimientos?
¿Qué más estaba escondiendo?
Después de la cena.
Natalia se encontró con Mónica.
—Mónica, dime, ¿a Fernando le gustaba estudiar antes?
Natalia preguntó, movida por la curiosidad.
—No estoy segura, porque el Señor Fernando leía muy rápido, como diez líneas de un vistazo.
—Una vez que leía algo, ya no lo volvía a mirar, casi nunca repetía el mismo libro.
Mónica, pensativa, compartió su experiencia.
—¿Qué? ¿Pretendía leer solamente?
Natalia frunció el ce
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