Capítulo 31
Ella todavía lo anhelaba.
Antes, solía discutir esto con sus compañeros de clase, pero solo existía en sus sueños.
Fernando estaba a punto de hablar, pero Silvia lo interrumpió.
—¡Qué estás diciendo!
—Esas propiedades siempre han pertenecido a tu hermano, ¡y al final serán para él!
Silvia afirmó con convicción.
—Bueno...
María, regañada, solo pudo bajar la cabeza, sintiéndose muy impotente.
—Mamá, tantas propiedades para mí solo no tienen sentido.
—Decidí dejarles estas propiedades para que en el futuro puedan vivir bien.
—Además, cuando María se case, podrá ir a donde quiera, ¿no es eso maravilloso?
—Considéralo... un regalo de boda.
Fernando explicaba con confianza, mientras volvía a acariciar la cabeza de María.
El ambiente se volvió gradualmente más relajado.
—Todavía soy muy joven para pensar en el matrimonio, es demasiado pronto.
María dijo con el rostro sonrojado y una ligera indignación.
Especialmente sus ojos, que parecían contener un atisbo de lágrimas.
Al ver esto, todos no
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