Capítulo 98
—Carmen, ¡eres verdaderamente cruel!
Él no podía creerlo. ¡Ella había metido su dedo directamente en su herida!
Viendo cómo su rostro se ponía pálido y cómo sudaba frío, Carmen no pudo evitar sentir una extraña satisfacción, aunque también una punzada de culpa en su interior.
—Te lo advertí, pero no quisiste escuchar.
Javier estaba furioso y dolido. Si fuera otra persona, ya le habría dado una patada.
Pero al ver cómo Carmen, al darse cuenta de que lo había lastimado, esbozaba una pequeña sonrisa en su rostro frío, regresando por un instante a la versión más dulce y cálida de ella, sintió que valía la pena, aunque el dolor fuera insoportable.
—Carmi, yo...
¡Toc, toc, toc!
De repente, se oyó un golpe en la puerta. Javier frunció el ceño instintivamente, justo cuando iba a hablar, la puerta del dormitorio se abrió. Laura entró con una bolsa de plástico en las manos.
—Javier, te traje la medicina que pediste... ¿Eh? ¿Señora Gómez también está aquí?
De inmediato, Carmen s

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