Capítulo 67
Alberto la miró profundamente, observando la expresión tan viva y animada de Carmen: —El proceso de hacer unas gafas a medida es largo, generalmente se tarda más de una hora. Lo único que necesitas hacer es acompañarme y pasar este tiempo aburrido conmigo.
Carmen sonrió y parpadeó: —Entonces, cuando llegue ese momento, me avisas, ¡estaré esperando tu llamada 24 horas al día como si esperara a Hugo!
—Está bien.
Alberto pensó que desde que se reunieron de nuevo, nunca la había visto tan feliz y emocionada. Había creído que, con el paso de los años, Carmen ya no era la niña encantadora y vivaz que recordaba, sino una mujer madura, tranquila y serena.
Sin embargo, parecía que no había cambiado en absoluto.
Simplemente, por ciertas personas y situaciones, había tenido que guardar esa parte de ella.
Alberto miró su reloj de pulsera y frunció el ceño ligeramente. Ya era tarde, debía descansar. Si no, no podría evitar seguir conversando con ella.
—Ya son más de las diez. Deberías i

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