Capítulo 94
Después de decir eso, Yaritza cerró con fuerza la puerta del pequeño apartamento.
Una vez cerrada la puerta, no pudo contenerse más. Se apoyó en ella y, poco a poco, como si le hubieran drenado toda su energía, se deslizó al suelo, derrotada.
Daniel ya no viviría más.
Su estado de salud había sido frágil, y sobrevivir a una caída desde un acantilado tan alto era imposible. ¡No había ninguna esperanza de que estuviera vivo!
Desde ese acantilado, no tenía otra salida que la muerte, ni siquiera podían encontrar el cuerpo de Daniel.
Yaritza se abrazaba las rodillas, sollozando en silencio.
Su Daniel, tan bueno y maravilloso, ¿cómo había desaparecido de repente?
Realmente no era una buena madre. Desde el nacimiento prematuro de Daniel, había vivido con ella en esa prisión sin ver la luz del sol. Nunca le había dado un día bueno, pero Daniel nunca se había quejado de ella. Él decía que ella era la mejor madre del mundo, la que más amaba.
Si hubiera sido otro niño, habría caído en depresión,
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