Capítulo 86
—¡Señor Diego, por favor!
—Ah...
De repente, Yaritza sintió un dolor en la muñeca que la hizo exhalar un débil grito.
Diego no bailó con ella, sino que la levantó en brazos y se dirigió rápidamente hacia la habitación del piso superior.
—¡Señor Diego, vamos a bailar primero!
Al darse cuenta de lo que Diego pretendía hacer, Yaritza se esforzó por liberarse de sus brazos.
—¿Bailar?
Diego soltó una risa fría, mirando a Yaritza como si miles de cuchillas de hielo salieran de sus ojos: —Yaritza, ¿aún pretendes mostrarte pura frente a mí? Viniste aquí con toda tu astucia para seducir a los hombres, ¿y me dices que solo querías bailar una canción?
—Yo...
Yaritza no tenía nada que decir, pues sabía muy bien que esa noche no bailaría solo una canción con el hombre que la había comprado.
Al ver que Yaritza permanecía en silencio, la expresión de Diego se volvió aún más sombría. Aceleró el paso y en un instante ya la había llevado a la habitación de arriba.
El gerente ya había ordenado que se pre
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