Capítulo 77
Los hombres, atraídos por la belleza femenina y deseosos de compartir momentos íntimos, no son distintos de las mujeres que se sienten atraídas por hombres atractivos, en particular por aquellos de rostros finos como el de Diego, por quien suspiran innumerables mujeres debido a su perfecta figura.
Amaranta es una de ellas, anhela que Diego la mire más a menudo y prefiere tener encuentros íntimos con él.
—Amara, he pedido a alguien que te lleve de regreso a casa.
Con sutileza, Diego apartó a Amaranta, sacó su móvil y pidió al mayordomo, que acababa de retirarse, llevar a Amaranta fuera.
Al oír las palabras de Diego, Amaranta se enfureció.
¿Acaso iba a pasar su vida sin más que abrazos de él?
¡No! ¡No quería ser una mujer tan trágica!
Con ese pensamiento, Amaranta se decidió y abrazó fuertemente a Diego desde atrás: —Diego, no me voy. Soy tu mujer, deberíamos vivir juntos, yo...
—Amara, ¡obedece!
Sin darle a Amaranta la oportunidad de rechazar, Diego tomó el abrigo del sofá y se lo puso
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