Capítulo 66
Con un estruendo, Diego cerró la puerta del baño desde dentro y la aseguró con el pestillo.
—¡Señor Diego, déjeme salir!
Atrapada en ese lugar, Yaritza se sentía extremadamente inquieta. Intentó con fuerza abrir el candado del baño, pero antes de que pudiera lograrlo, Diego ya había agarrado su muñeca firmemente, causándole un dolor tan intenso que no podía moverse.
Instintivamente, Yaritza se encorvó tratando de aliviar el dolor en su cuerpo, pero el dolor en la muñeca continuaba sin disminuir.
Además, no entendía qué le pasaba a su cuerpo, ya que había tomado varias pastillas para el dolor y, de repente, su estómago comenzó a dolerle de nuevo.
El dolor era tan intenso que Yaritza empezó a sudar frío, el dolor era tan fuerte que su consciencia comenzaba a nublarse.
Apenas pudo murmurar: —Señor Diego, déjeme salir, necesito... necesito encontrar a...
Daniel seguía en el salón privado y ella quería encontrarlo, pero antes de que pudiera terminar la frase, un retortijón en el estómago le
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