Capítulo 18
—Yari, no estás soñando, soy yo. Diego apretó aún más la mano de Yaritza. —Yari, soy Dieguito, siempre seré tu Dieguito.
La fuerza con la que Diego apretaba era tal que a Yaritza le dolía, haciéndole comprender que esto no era un sueño.
Su rostro mostró aún más asombro y justo cuando iba a preguntarle por qué actuaba de manera tan extraña, él comenzó a hablar con voz ronca: —Yari, ¿por qué no me dijiste que estabas enferma? ¡Tienes esa maldita enfermedad, por qué no me lo dijiste!
Yaritza parpadeó, al darse cuenta de que Diego ya sabía sobre su cáncer de estómago avanzado.
—Dieguito, te lo dije antes, solo que no me creíste.
Al oír esto, Diego se estremeció violentamente, recordando de repente que cuando ella había venido a pedirle dinero prestado para Daniel, efectivamente había mencionado su enfermedad.
¿Qué había dicho él en ese momento?
Sí, había dicho, ¡Qué bien morirse!
En aquel momento, se había sentido liberado al decir eso, pero ahora experimentaba un dolor como si le arrancar
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