Capítulo 124
Había guardado algunas palabras en lo más profundo de su corazón que nunca había dicho a Diego, pero esta vez, ya no pudo contener la frustración que llevaba dentro. Tan pronto como subió al coche, no pudo evitar preguntar: —Diego, ¿era en serio lo que dijiste anoche?
—Sí. —Diego no intentó ocultar nada a Amaranta, conduciendo con el rostro inexpresivo mientras hablaba.
Amaranta mordió su labio con fuerza para no gritar y, después de calmarse un poco, dijo con voz dolida: —Diego, estamos a punto de comprometernos y, además, pronto nos casaremos...
Amaranta sollozó con fuerza: —¿Qué se supone que haga? Diego, sé que no puedes olvidar a Yaritza y no quiero forzarte a olvidar a alguien, pero duele mucho saber que tienes a otra en tu corazón.
—Amara, tú serás la esposa de Diego. —La voz de Diego se volvió fría y distante: —En cuanto a Yaritza, ¡ella no significa nada!
Al oír el tono frío y descontento de Diego, Amaranta sabiamente cerró la boca.
Pero en su corazón, la tormenta no cesaba.
A
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