Capítulo 60
Al recibir el mensaje, Vicente no contestó. Mantuvo una expresión seria mientras observaba la luz azul de su teléfono, hasta que finalmente lo apagó y lo dejó a un lado.
Belén, por su parte, sostuvo su teléfono toda la noche esperando un mensaje de Vicente que nunca llegó. La noche se esfumó con el amanecer.
Al escuchar que alguien tocaba a su puerta,
Belén comenzó a despertarse. La sirvienta entró a la habitación anunciando: —Señorita Belén, es hora de levantarse para desayunar.
Justo en ese momento, Oscar, que llevaba un reloj de pulsera, salía de su habitación diciendo: —No hay prisa, déjala descansar un poco más.
—Oki, ¿estás listo? Debemos irnos.
Belén se frotó los ojos y se sentó en la cama. Vestía un camisón de encaje rosa pálido y estaba cubierta con una manta ligera, dejando sus piernas al descubierto. —Hermano, ¿adónde vas?
Oscar entró desde el exterior, seguido por Lourdes, quien ese día lucía una piel de alabastro. Vestida con un qipao rojo ajustado y el cabello recogido c
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